Lucía López: La ahijada de Caszely es hincha de Lota

Antes de que la hija de Sergio López, kinesiólogo de Vicente Cantatore, se convirtiera en especialista de la escena cultural y el espectáculo, su vida se movía en torno al fútbol.


Desde que tenía sólo cuatro años de vida, Lucía López comenzó una linda historia de amor con Lota Schwager. Corría 1976 y su padre, Sergio López, kinesiólogo de Vicente Cantatore en el equipo de los mineros del carbón, llevó a la actual conductora de Alfombra roja de Canal 13 al Estadio Federico Schwager para que lo acompañara en un partido de Primera División.
Para Lucía, fue amor a primera vista con el elenco de la lamparita, por el juego desplegado que tenía como estrella a Víctor “El Chueco” Merello y también por la efervescencia que se vivía en el recinto de Coronel, donde incluso dio la vuelta olímpica junto al humorista Hermógenes Conache, luego de que triunfara en el Festival de Viña en 1984.
“Reconozco que mis inicios de juventud los pasé en las canchas. Y desde que tengo uso de razón me hice hincha de Lota Schwager. Mis mejores recuerdos son del ascenso de Lota a Primera en 1986 y también uno de los más amargos son del año siguiente, cuando bajó a Segunda”, recordó la periodista penquista, que “culpa” a su padre Sergio de heredarle este amor por la pelota y el equipo de la Octava.
“Tengo una familia muy futbolera porque mi papá es kinesiólogo deportivo, fanático del fútbol. Desde siempre fue el ‘kine’ de Vicente Cantatore, cuando estuvo en Deportes Concepción y Lota. Y después se hicieron íntimos y se fueron juntos a Cobreloa en 1982 y luego a la Selección chilena”, comentó Lucía, que además de su padre como mentor pelotero tiene otra rama de la familia que la obligó a respirar fútbol: es ahijada y sobrina política de Carlos Caszely, que se casó con la hermana de su madre.
De ahí viene su fobia a ver penales, lo que no hace en vivo ni en los partidos que transmiten por televisión. “El tema de no ver penales es un trauma familiar. Llegué a creer que para que el equipo haga un gol yo no tengo que mirar. Todo comenzó por el penal de mi tío en el Mundial del 82. Fue un sufrimiento familiar”, confesó la periodista que, a pesar de su pasión por el fútbol, nunca quiso dedicarse al periodismo deportivo.